Si años antes no estaba clara la participación de terceros en la muerte de Eduardo Frei Montalva, hoy no cabe ninguna duda. Médicos, Agentes de Organismos de Represión, y el silencio de los partidarios de la Dictadura de Pinochet, no han tenido la fuerza para demostrar que el Ex Presidente murió de una septicemia. Por el contrario, sus palabras no hacen más que ir mostrando poco a poco los detalles de un plan tan silencioso, como macabro.
No nos conmueve su muerte porque Frei Montalva haya sido Presidente de la República, ni por que haya sido superior a los otros miles de muertos, sino porque el reunía los sueños y esperanzas de un nuevo Chile.
Don Eduardo, convocó a Marxista y Liberales, Laicos y Cristianos le aplaudieron en el Teatro Caupolicán rechazando pacíficamente la indigna y ajustada Constitución de 1980, en la época más brutal de la Dictadura, volvía ser el Presidente de todos los Chilenos.
Pero al hombre de la paz no se le mata fácilmente, Frei vive en la memoria de todo Chile. Su trabajo en materia internacional y en integración Latinoamericana aún mantiene a Chile posicionado internacionalmente, su verdadera Reforma Agraria y Promoción Popular, hacen posible hoy el desarrollo de nuestras zonas rurales, hoy funciona en su mayor expresión el metro y las obras viales que el proyectó.
Por eso es que exigimos justicia, no para Frei, no para los Democratacristianos, sino que para todos los Chilenos, a quienes con las muertes de Frei, Letelier y Tucapel Jiménez intentaron robarnos la libertad. Hoy nos deben una respuesta, todos los que han callado, los Patricio Rojas y los Andrés Chadwick, que impropiamente vestidos de demócratas, o nos intentan hacer creer que aquí nunca pasó nada, o cobardemente -como siempre- guardan silencio.
